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domingo, 27 de julio de 2014

Libia, Un país que camina hacia la desolación y el caos

Columna de humo, en Trípoli, durante los enfrentamientos armados. Mahmud Turkia (AFP).
Libia está siendo ya abandonada a su mala suerte, por Occidente y por la falta total de autoridad de su propio gobierno interino y la carencia de instituciones propias, en lo que ya se está catalogando como su peor momento tras la caída del dictador Muamar el Gadafi en otoño de 2011. Este fin de semana se han registrado más de 100 muertos, entre milicianos armados y también civiles, en las dos grandes batallas que se libran en el país desde hace semanas sino meses.
Tras la suspensión de las actividades de la embajada de Estados Unidos, y salida del país de sus funcionarios, la embajada de Estados Unidos en Libia cerró ayer sus puertas y su personal fue evacuado por carretera, con escolta de bombarderos F-16, a la vecina Túnez, le siguieron diplomáticos de otras legaciones como Alemania, Francia e Italia. Malta se prepara para recoger a muchos más evacuados, mientras España ha pedido a sus ciudadanos que abandonen Libia.
El recrudecimiento de la violencia en el país, donde se registraron este domingo combates entre milicias y un ataque contra un convoy diplomático británico, obligó a los países occidentales a pedir a sus ciudadanos que abandonen un país que está totalmente sumido en el caos.
Ya se cuentan por docenas las personas que murieron y por centenas las que resultaron heridas en dos semanas de enfrentamientos entre milicias rivales en Trípoli, según un nuevo balance del ministerio de Sanidad.
Hoy en Bengasi (al este del país), y la segunda ciudad siria, al menos 38 personas, en su mayoría soldados, perdieron la vida durante los combates entre el ejército y los grupos islamistas. Esa ciudad es escenario desde el pasado mes de mayo de choques intermitentes entre grupos armados, después de que el general Hafter, al mando de un gran número de milicianos y paramilitares, declarara la guerra a las milicias islamistas, de Ansar al Sharia, cada vez más fuertes y mejor armados, y que avanzan en varios frentes, a las que acusa de estar detrás de la ola de asesinatos que asuela la ciudad.
 

 <span class="cutline_leadin">Imagen de </span>un video tomado a miembros de la Brigada Islamita Misarata durante un enfrentamiento cerca del aeropuerto de Trípoli.


 En la capital, la lucha continuaba ayer domingo entre milicias rivales alrededor del aeropuerto y en varios barrios del sur de Trípoli, donde se concentran los enfrentamientos desde el 13 de julio.
El portavoz del ministerio egipcio de Relaciones Exteriores, Badr Abdelatti, indicó el domingo a la AFP que la caída de un cohete en una vivienda mató a 23 personas, entre ellos egipcios.
Por otro lado, un convoy de la embajada británica en Libia ha sido atacado en un presunto intento de secuestro, sin que el personal haya resultado herido, informó hoy el embajador, Michael Aron, en su cuenta de Twitter. "Hubo un intento de secuestro de un convoy de la embajada británica esta mañana. Dispararon a nuestros vehículos, pero todo el personal está bien", afirmó el diplomático, quien indicó que el ataque se produjo entre Trípoli y Zawiya, de camino a la frontera tunecina.
Paralelamente, el ministerio de Exteriores de Londres ha urgido a los británicos que se encuentran en Libia a abandonar el país lo antes posible por medios de transporte comerciales.
Guerra, caos y situación crítica. Todas esas expresiones se utilizan estos días para definir el momento que atraviesa Libia, sin gobierno hace meses, sin ejército propio del Estado, y con un potencial enorme de producción y exportación de petróleo, varado hace más de un año por las disputas internas.
Los comisionados de la Unión Europea, de Estados Unidos, de Francia, Gran Bretaña y de la Liga Árabe para favorecer alguna solución y diálogo en Libia se reunieron el pasado día 24 de julio en Bruselas para constatar que el país está echado a perder. En su informe, conocido ayer, se corrobora que la situación es crítica y que la inestabilidad está llegando a extremos inquietantes. Se pide a las autoridades y fuerzas locales otro esfuerzo.
Las elecciones generales que se celebraron el pasado 25 de junio no han servido para nada. Como tampoco las anteriores.
Las elecciones de julio de 2012 fueron las primeras tras 43 años de dictadura militar. Entonces se inscribieron para votar 2,7 millones de personas y se nombró un heterogéneo parlamento (el Congreso General Nacional) con el objetivo de poner algo de orden, cimentar algunas estructuras institucionales y recuperar la producción del millón y medio de barriles diarios de petróleo que se generaban entonces. Nada de eso se ha logrado. Los principales puertos siguen bloqueados desde hace casi un año por milicianos muy armados, y ahora apenas salen 200.000 barriles al día.
Han pasado casi dos años y medio desde la caída de Gadafi y Libia continúa luchando para salir de un periodo de transición caótico. ¿Cuál es la situación actual del país?: Dos años y medio después de la caída del régimen de Gadafi, la situación en Libia puede ser calificada de muy delicada. Los gobernantes libios o al menos la clase política que dirige el país, se enfrenta a numerosos desafíos. 
El Gobierno pide a los españoles que abandonen Libia «inmediatamente»
Así quedó uno de los edificios aledaños al aeropuerto de Trípoli tras los combates. Reuters.
El primer punto que habría que destacar, en la actual situación del país, es el peso de la herencia de Gadafi. Después de 42 años de un régimen complejo y particular, hay que reconstruir todo en Libia.
La violencia en Libia es extrema y los secuestros, atracos a mano armada y, en alguna ocasión, asesinatos contra ciudadanos extranjeros se están produciendo en todo el país, según informan diversas fuentes.
En Libia ya se habla de preguerra civil en un estado con una situación altamente crítica en su transición hacia la democracia.
Actualmente se enfrentan en Libia milicias que durante la Primavera Árabe de 2011 lucharon juntas como parte de las llamadas Brigadas de la Revolución para derrocar a Muamar al Gadafi. Se hicieron con numerosos almacenes de armas del dictador y ahora no quieren entregar ese material de guerra. El gobierno intenta sin éxito integrar a estos combatientes en el aparato de seguridad.
Los dos principales frentes enfrentan a los islamistas y sus rivales. A mediados de mayo, el retirado teniente general Jalifa Haftar inició por su cuenta una guerra contra los extremistas islámicos, que se desarrolla principalmente en el este de Bengasi.
En Trípoli, en cambio, la poderosa milicia de Misrata, una ciudad a 200 kilómetros al este de Trípoli, cercana a los Hermanos Musulmanes, lucha contra las influyentes brigadas de Al Sintan por hacerse con el aeropuerto internacional. Y ninguna de las partes en conflicto es lo suficientemente fuerte como para lograr la victoria.
Un grupo de mujeres, en una manifestación para reclamar el fin de las hostilidades en Trípoli
Un grupo de mujeres, en una manifestación para reclamar el fin de las hostilidades en Trípoli (AFP)
Así, diferentes observadores advierten del riesgo de que organizaciones terroristas puedan aprovechar la situación. A finales de mayo, Naciones Unidas apuntaba ya que Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) se había retirado de Argelia y Mali para refundarse en el sur de Libia. Recientemente han aumentado las informaciones de medios árabes que sostienen que el Estado Islámico (EI), la milicia terrorista rival de Al Qaeda que declaró un califato en Irak y Siria, también está activa en el norte de África.
Según el diario argelino Echorouk, un representante del líder de EI Abu Bakr al-Bagdadi se reunió hace aproximadamente dos semanas con seguidores del islamista Mokhtar Belmokhtar. El tema del debate: la formación de un califato en el Magreb, probablemente empezando por Libia.

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