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martes, 3 de diciembre de 2013

Ucrania, La protestas contra el gobierno colocan al mismo, frente a una complicada encrucijada, entre Rusia y la UE

Imagen de las protestas en Ucrania.

Más de 300.000 manifestantes volvieron a ocupar el pasado domingo el centro de la capital de Ucrania, Kíev, en la manifestación de protesta más numerosas de los últimos años en el país, para pedir la dimisión del presidente del país, Víktor Yanukóvich, por negarse a firmar el pasado viernes un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Las protestas son, nuevamente, son las más importantes en Ucrania desde la revolución naranja de 2004.
Los líderes de la oposición han llamado a la "revolución permanente", a la "huelga general", y pretenden que sus seguidores se queden de forma indefinida en el centro de la ciudad en un intento de emular la revolución de hace nueve años.
El Ayuntamiento de Kiev y la sede de los sindicatos fueron ocupados por la oposición el domingo durante la multitudinaria concentración que pedía la dimisión de presidente, así como la del jefe del Gobierno, Mikola Azárov. "¡Fuera el bandido!", "¡fuera la banda!", eran las consignas que coreaban los manifestantes.
Yuri Lutsenko, uno de los líderes de aquella revuelta, que evitó el acceso al poder precisamente de Yanukóvich, ha dicho a la multitud concentrada en la plaza de la Independencia, la Maidán o plaza central: "Quiero que las autoridades sepan que esto no es una protesta. ¡Es una revolución!". En una carta leída por su hija Evguenia, la ex primera ministra Yulia Timoshenko ya hizo el sábado un llamamiento desde la cárcel para "no dejar la calle hasta que caiga este régimen".
Según la oposición, este domingo el número de manifestantes era de medio millón. Entre los observadores la estimación más optimista hablaba de 350.000.
"Nuestra primera y principal exigencia política para mañana: la dimisión del Gobierno", dijo Arseni Yatseniuk, que en ausencia de Timoshenko lidera el partido Batkivshina (Patria). "Nuestra principal tarea es la dimisión de Yanukóvich, pero primero la del Gobierno del primer ministro Azárov".
Timoshenko, que encabezó aquella revolución junto al luego presidente Víktor Yúschenko, fue condenada en 2011 por abuso de poder cuando era jefa del Gobierno, en 2009. La condena se produjo un año después de perder las elecciones presidenciales ante Yanukóvich y sus seguidores aseguran que se trató de una venganza de su enemigo político.
La manifestación, que se ha iniciado en forma de marcha junto al monumento del escritor del siglo XIX Tarás Shevchenko, el padre de la literatura ucraniana, ha sido en general pacífica. Pero al llegar al centro de la ciudad se han producido significativos episodios de violencia.
Un grupo de personas ha tomado el edificio de los Sindicatos y otro ha llegado a entrar en el ayuntamiento de la ciudad, según ha confirmado la policía ucraniana, mientras los manifestantes se han enfrentado con los antidisturbios junto al edificio de la Administración del Presidente. Estos, que impedían que la marea humana entrase en el edificio gubernamental, usaron gases lacrimógenos y granadas ensordecedoras para dispersar a los manifestantes. Los manifestantes utilizaron una excavadora para intentar romper el cordón policial. Según el Ministerio del Interior, a última hora de ayer se había producido un centenar de heridos.
Los líderes de la oposición han negado tener relación con estos hechos, y aseguran que se trata de provocadores. Yatseniuk dijo que "la oposición no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido junto a la Administración del Presidente". De hecho, Yuri Lutsenko y el campeón mundial de boxeo Vitali Klitshkó, que encabeza el partido Udar, se acercaron hasta el lugar para pedir a los manifestantes que volvieran a la plaza de la Independencia, la Maidán o plaza central de Kíev.
Según la web del diario Ukraínskaya Pravda, los mismos manifestantes han recriminado su acción a quienes han entrado en el ayuntamiento. Y les han pedido "que no estropeen la protesta", que eso "no es europeo".
Arseni Yatseniuk, el jefe del grupo parlamentario del partido de Yulia Timoshenko, ha dicho que detrás de la provocación están el jefe del consejo de Seguridad, Andréi Kliuyev, y el exjefe de la administración presidencial Víctor Medvechuk y "otras personas prorrusas y antiucranias". Medvédchuk ha liderado una campaña contra la firma del acuerdo de asociación con la UE y que es conocido por sus posiciones prorrusas y su estrecha relación con el presidente Vladímir Putin.
"Agentes de las fuerzas del orden están negociando con quienes han tomado las oficinas del ayuntamiento", ha dicho Olga Bilyk, portavoz de la Policía. "Se les ha dicho que lo que han hecho es ilegal y les han pedido que abandonen el edificio".
Una manifestante ataque el cordón policial en Kiev.
Un manifestante ataca el cordón policial en Kiev. Vasily Fedosenko (Reuters)
Esta marcha es un golpe de mano de la oposición después de que el sábado de madrugada la policía desalojase a palos a varios millares de manifestantes.
Al jefe de Policía de Kíev, Valeri Koriak, ha presentado su dimisión este domingo por aquello hechos. El sábado reconoció que había sido él quien personalmente tomó la decisión de enviar a los cuerpos de choque “Berkut” para disolver la concentración de euromanifestantes. Sin embargo, deploró que se utilizase la violencia contra ciudadanos pacíficos y ha renunciado a su cargo.
Tras disolver a los manifestantes, un tribunal prohibió el sábado cualquier tipo de manifestación en el centro de Kíev hasta el próximo 7 de enero. Una medida que la oposición no está dispuesta a cumplir. “¡Revolución! ¡Revolución!” y “¡Kíev es nuestra!” han sido los gritos de guerra en el centro de la capital ucraniana, junto al árbol de Navidad en el que los manifestantes han colocado dos banderas: la ucraniana, azul y amarilla, y la de la Unión Europea.
Las acciones de protesta de los partidarios de la integración en la UE comenzaron en Kíev y otras ciudades de Ucrania el 21 de noviembre, cuando el Gobierno del país anunció que detenía los trabajos para firmar un acuerdo de asociación con la UE previsto para la semana pasada durante una cumbre en Vilna.
"Nos han robado un sueño", proclamó Vitali Klitshkó para la inmensa cantidad de personas reunida en la plaza de la Independencia. "Si este Gobierno no quiere cumplir el deseo del pueblo, entonces no tiene que existir como tal, no tiene que haber un presidente como este". Klitshkó será candidato a las elecciones presidenciales y, por tanto, rival de Yanukóvich, en 2015.
Yanukóvich fue el viernes pasado a la capital de Lituania y explicó a los líderes europeos que tomó esa decisión ante la presión de Rusia, que quiere que Ucrania se una a la Unión Aduanera, una organización incompatible con el acuerdo con la UE y a la que pertenecen Rusia, Bielorrusia y Kazajistán.


Próximamente se unirán también las ex repúblicas soviéticas de Kirguistán y Tayikistán. Armenia, que también estaba en negociaciones con Bruselas, anunció en septiembre que elegía la opción rusa.
En una entrevista con la agencia Bloomberg, el viceprimer ministro ruso Ígor Shuválov dice que si Ucrania opta por la Unión Aduanera Rusia le ofrecerá gas natural barato y que se resolverán mejor sus problemas económicos. "Nadie excepto Rusia puede ofrecer a Ucrania los fondos necesarios de forma tan rápida y en la cantidad que necesita", asegura.
Presionado en la calle, Yanukóvich ha pasado el domingo lejos del centro de Kiev, en su residencia fuera de la ciudad, donde había convocado un gabinete de crisis. Entre otros ministros, han asistido el titular de interior, Vitali Zajarchenko; el alcalde de la capital, Alexánder Popov; y el secretario del Consejo de Seguridad, Andréi Kliuev, según información de la agencia rusa Itar-Tass.
La pregunta que inquieta en los centros de poder occidentales deberá responderla el Parlamento estatal (Rada Suprema de Ucrania) que ha aceptado debatir sobre el cese del Gobierno en su sesión plenaria.
Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha asegurado que las multitudinarias manifestaciones de la oposición de Ucrania en Kiev para exigir la dimisión de su presidente, Víctor Yanukóvich, no son una revolución, sino un pogromo (el ataque de una multitud a gente indefensa, en Ucrania está específicamente vinculado a la persecución a los judíos y tiene pesadas connotaciones históricas).
Putin ha sostenido que las acciones de protesta, motivadas según la oposición por la renuncia de Yanukóvich a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, "tienen poco que ver con las relaciones entre Ucrania y la UE" y obedecen a intereses de quienes "quieren agitar los procesos políticos internos". Por su parte, Estados Unidos ha insistido en que "no hay lugar para la violencia" en Ucrania "si aspira a un futuro democrático" y destacó que la integración europea es el "camino más seguro para el crecimiento económico" del país.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha llamado ayer lunes a todas las partes implicadas en el conflicto a ejercer moderación y evitar nuevos actos violentos, tras las protestas del pasado fin de semana que pedían la dimisión del presidente, Víctor Yanukóvich, según declaraba el portavoz de la ONU, Martin Nesirky.
"El secretario general anima a un diálogo real y fructífero entre las partes para lograr un futuro próspero para Ucrania y un acuerdo mutuo entre los ucranianos sobre el camino a seguir para sacar adelante el país", ha añadido.
Asimismo, el máximo responsable de Naciones Unidas ha instado al mismo tiempo a las autoridades ucranianas a respetar el derecho democrático de los ciudadanos a la libertad de expresión y a ejercer el derecho de manifestación de manera pacífica.
Además de haber bloqueado completamente las entradas y salidas de la sede del gabinete nacional y del Banco Central, la oposición ucraniana sumó hoy el apoyo de funcionarios y hasta alcaldes de ciudades del oeste del país, donde la mayoría se siente más cercana a Europa que a Rusia.
El primer ministro, Nikolai Azarov ucraniano declaró ayer, "Esto tiene todos los signos de un golpe de Estado. Esto es muy grave. Nosotros mostramos paciencia, pero quisiéramos que nuestros socios no sintieran que hay permisibilidad".
"Me dirijo a los embajadores: hagan todo lo posible para llamar a los opositores a no recurrir a la violencia contra los representantes de las fuerzas del orden, a renunciar al lenguaje de los ultimatums y a sentarse a la mesa de negociaciones",dijo en un encuentro con embajadores europeos en Kiev.
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, ha telefoneado al primer ministro polaco, Donald Tusk, para tratar de la situación que vive Ucrania y ambos líderes han condenado la violencia producida y han pedido que se dé paso al diálogo según señala un comunicado de la presidencia francesa que resalta el papel de Ucrania al ser el encargado de acoger la conferencia ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) los próximos días 5 y 6 de diciembre.
Unas 20.000 personas continúan concentradas en la plaza de la Independencia, instalando nuevas tiendas de campaña en la zona para perpetuar la protesta. Además de pequeñas tiendas también se han levantado varias carpas de campaña militares y prosigue la recogida de suministros y alimentos para mantener las protestas.
La policía, por su parte, mantiene sus posiciones en torno a la sede administrativa de la Presidencia, que los manifestantes han intentado asaltar en repetidas ocasiones.


Un juez vetó las manifestaciones en el pueblo de Novie Petrovzi, en las afueras de Kiev, donde tiene su residencia el presidente Yanukóvich. Antes, 300 coches intentaran llegar a esa residencia. En Járkov, la policía reforzó sus efectivos en la clínica donde está detenida la ex primera ministra Yulia Timoshenko. Dos autobuses llenos de agentes y otros 60 policías llegaron al establecimiento, según fuentes médicas.
En este contexto fueron significativas las declaraciones de Inna Bogoslóvskaya. Esta diputada, que ha anunciado el fin de su militancia en el Partido de las Regiones, advirtió que "un tercio" de los manifestantes contra el Gobierno quisieran que los dirigentes de Ucrania "sufrieran el destino de Ceaucescu (el presidente rumano linchado tras la revolución de 1989)". "Si mañana no destituimos al gobierno el Parlamento dejará de funcionar", dijo Bogoslóvskaya, que advirtió a sus camaradas: "No hagan ver que el problema no existe, porque de lo contrario la calle acabará con el Parlamento", según publica el diario El País.

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