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viernes, 6 de diciembre de 2013

Sudáfrica, Ha muerto Nelson Mandela, el preso 466/64, y un líder inspirador en la lucha contra la desigualdad

Nelson MandelaHoy (ayer cuando lean esta entrada) el mundo, pero no la historia, perdió a uno de los líderes más emblemáticos y carismáticos del siglo XX.
"Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo". Esta es una de las mejores frases que nos deja en herencia el líder sudafricano. Un hombre que inspiró a muchos en la lucha por la igualdad y contra la discriminación.
Nelson Mandela, político sudafricano (Mvezo, Transkei, 18 de julio de 1918), fue el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante sufragio universal, así como el líder del Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del Congreso Nacional Africano (ANC).
Hablar de Mandela es hablar de una de las figuras más importantes en la lucha por la igualdad racial. Su nombre es un símbolo de la lucha por la libertad, la igualdad y contra el racismo. La misma lucha que le llevó a la cárcel, a sufrir tortura, pero con la que también consiguió un altísimo reconocimiento internacional. Por ese motivo ha recibido más de 250 premios a todos los niveles, entre los que destaca el Premio Nobel de la Paz de 1993.
Renunciando a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu xosa, Nelson Mandela se hizo abogado en 1942. En 1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. Mandela fue uno de los líderes de la Liga de la Juventud del Congreso, que llegaría a constituir el grupo dominante del ANC; su ideología era un socialismo africano: nacionalista, antirracista y antiimperialista.
En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo la inspiración de Gandhi, el ANC propugnaba métodos de lucha no violentos: la Liga de la Juventud (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.
En 1952 Mandela pasó a presidir el ANC del Transvaal, al tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había convertido en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000 detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica.
En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público, promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza.
El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan del gobierno de crear siete reservas o bantustanes, territorios marginales supuestamente independientes, en los que confinar a la mayoría negra. El ANC respondió con manifestaciones y boicots, que condujeron a la detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta traición, juzgado, junto con otras 156 personas, y liberado por falta de pruebas en 1961.
Durante el largo juicio tuvo lugar la matanza de Sharpeville (1960), en la que la policía abrió fuego contra una multitud desarmada que protestaba contra las leyes racistas, matando a 69 manifestantes. La matanza aconsejó al gobierno declarar el estado de emergencia, en virtud del cual arrestó a los líderes de la oposición negra: Mandela permaneció detenido varios meses sin juicio.
Aquellos hechos terminaron de convencer a los líderes del ANC de la imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos, que no debilitaban al régimen y que provocaban una represión igualmente sangrienta. En 1961 Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional de Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana; y se encargó de dirigir el brazo armado del ANC (la Lanza de la Nación). Su estrategia se centró en atacar instalaciones de importancia económica o de valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas humanas.
En 1962 viajó por diversos países africanos recaudando fondos, recibiendo instrucción militar y haciendo propaganda de la causa sudafricana. A su regreso fue detenido y condenado a cinco años de cárcel, pero un juicio posterior, en 1964, le condenó a cadena perpetua por sabotaje, además de otros cargos.
"He luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir". Esta frase expresada durante el juicio, ante el tribunal que lo juzgaba por alta traición, lo llevaría más tarde a un larga estancia en las prisiones sudafricanas. 
Estuvo 27 años en la cárcel, la mayoría de los cuales estuvo confinado en la prisión de Robben Island. Ese mismo año fue nombrado presidente del ANC.
Conocido como el preso número 466/64, que significa el preso número 466 de 1964, pasó 17 años en unas condiciones infrahumanas en la isla de Robben. Pasaría diez años más en otras dos prisiones, mientras el gobierno racista de Sudáfrica hacía oídos sordos a todas las peticiones internacionales para su puesta en libertad.
En la prisión de Robben Island los presos eran separados por razas, recibiendo un trato muy diferente aquellos de raza negra. Además también existía una separación entre los presos políticos y comunes, donde los primeros sufrían todo tipo de restricciones, por ejemplo, sólo podían recibir una visita cada seis meses.
Una niña blanca y un niño negro, frente a la casa de Mandela / EFE
En 1982 fue trasladado a la prisión de Pollsmoor, junto con otros altos dirigentes de la ANC. De ésta pasó, en 1988 a la cárcel de Victor Verster donde permaneció hasta su liberación el 11 de febrero de 1990, durante el mandato de Frederik De Klerk.
En febrero de 1985 el gobierno de Botha intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes a los que el régimen había concedido una ficción de independencia, y rechazaba la lucha armada. Mandela rechazó el ofrecimiento  a través de su hija Zinzi, quien desafió a las autoridades y leyó en público la respuesta enviada por su padre al gobierno, "Mi padre les envía el siguiente mensaje", dijo ante una multitud: "Yo no puedo y no quiero llegar a ningún compromiso con el gobierno, mientras ni yo ni ustedes, el pueblo, vivamos en libertad. La libertad de ustedes y la mia no pueden separarse". Durante aquellos años, su esposa Winnie simbolizó la continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el ANC.
El 25 de marzo del mismo año, el cantante Stevie Wonder, en la ceremonia de entrega de los premios Oscar, que ganó al mejor tema musical de una película, dijo que recibía el premio en nombre de Nelson Mandela. Al día siguiente, el comité de Industrias de la Comunicación de Sudáfrica prohibió la difusión de todos los temas del norteamericano en su país, tanto para radio como para televisión, un veto que se mantuvo hasta la década de los años 90.
El 11 de Junio de 1988, para el cumpleaños número 70 del líder sudafricano, y mientras este seguía en la cárcel, Wonder participó en el concierto en su tributo, realizado en el antiguo estadio de Wembley en Londres, junto a grandes estrellas como Whitney Houston, Phil Collins, Dire Straits, Tracy Chapman, George Michael, Eric Clapton, UB 40, Eurythmics y Simple Minds. El evento fue transmitido por BBC 2 a 40 países diferentes y tuvo una audiencia calculada en 900 millones de personas.
Nelson Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los negros sudafricanos.
Un hombre al que le gustaba recordar el poema, que según él, le mantuvo erguido durante años, y en los momentos más difíciles:

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma indomable.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, tuvo que ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial, liberando a Mandela en 1990 y convirtiéndole en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica; desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente, y tratando de atraer hacia la participación democrática al díscolo partido Inkhata, de mayoría zulú.
Tras su liberación el 11 de febrero de 1990, tras 27 años de encarcelamiento, inició una campaña que terminó con las votaciones del 17 de junio de 1991, cuando se votaron las leyes que supusieron el fin del Apartheid.
Mandela fue el prisionero número 466/64, esto es que fue el preso número 466 en 1964 en la isla de Robben, durante 17 años en precarias condiciones. Posteriormente pasaría otros 10 años más en otras dos prisiones diferentes, sumando una pena total de 27 años. El gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad.

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Mandela lideró a su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, cosa que se consiguió en 1994 con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. Mandela las ganó y fue Presidente, el primer Jefe de Estado negro en la historia de Sudáfrica, desde 1994 hasta 1999, dando frecuentemente prioridad a su reconciliación.
Una de sus primeras medidas como presidente fue renunciar a la tercera parte de su salario para dedicarlo a la creación del Fondo Nelson Mandela para la Infancia. "Estar preso durante 27 años sin ver niños es una experiencia terrible", afirmó en aquella época.
En 2003 se negó a recibir al presidente americano George W. Bush, de gira por Sudáfrica, por su empeño en llevar la guerra a Irak.
El 28 de junio de 2008, con motivo de su 90 aniversario, aunque su cumpleaños real era el 18 de julio, Londres celebró un concierto en homenaje a su figura, "Hace 20 años Londres albergó un concierto histórico para reclamar nuestra libertad. Vuestras voces se escucharon en todo el mundo y nos inspiraron en nuestras celdas", recordó Mandela aquel día. Según publicaba Euronews, "Al concierto asistieron cantantes de la talla de Annie Lenox, Simple Minds, Amy Winehouse o Amaral. Se vendieron 46.664 entradas, el mismo número que portó Mandela como presidiario durante décadas bajo el régimen del 'apartheid'".
Días después recibió, quizás, uno de los mejores regalos, cuando el Congreso de Estados Unidos  reconoció finalmente su error y aprobó una medida para sacar su nombre, símbolo de la paz, de su lista de terroristas. Solo más de una década después de que cayera el régimen del apartheid el gobierno de los Estados Unidos sacó a Mandela y otros líderes sudafricanos de la lista de terroristas.

Nelson Mandela debería ser un ejemplo inspirador para los jóvenes en el mundo. Un revolucionario, uno de los llamados inadaptados, un atrevido que levantó la voz para defender los derechos de todos los hombres y mujeres que sufrían todo tipo de atropellos.
La sociedad actual necesita nuevos líderes de ese porte, personas que luchen por los derechos de todos los seres humanos, sin diferencia de credo o raza, inclusive en aquellos países democráticos, donde rige el autoritarismo de las urnas. Porque "ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás". Nelson Mandela.

"La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad". Nelson Mandela.


Mandela sirvió de guía a varios países que tuvieron que encarar los traumas del pasado para lograr la transición hacia el futuro, democrático, sin ser rehenes del odio.
En su casa de Johanesburgo, con noventa y cinco años, el hombre clave para acabar con el régimen racista del 'apartheid', ha fallecido. Se ha ido un líder, un gran líder, más allá de la leyenda que su figura ha generado en todo el mundo.
Madiba pertenecerá siempre a la historia de la humanidad.

Foto
Foto: Ap

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