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jueves, 19 de diciembre de 2013

Reino Unido, Murió Ronnie Biggs, miembro de la banda que cometió el llamado "robo del siglo"

Ronald Biggs en Brasil
Biggs en medio de la playa de Copacabana en Río de Janeiro, donde vivió hasta 2001.

Ronnie Biggs, el miembro más célebre de la banda que perpetró el llamado “robo del siglo”, falleció ayer a los 84 años en su Inglaterra natal, un país al que retornó hace una década después de un largo periplo de huida que le mereció portadas en todo el mundo. Biggs fue solo uno más entre los quince hombres que asaltaron el tren postal que recorría el trayecto entre Glasgow y Londres el 8 de agosto de 1963, pero su nombre ha pasado a los anales por su fuga espectacular de la justicia y las recurrentes comparecencias publicitarias desde su refugio de Brasil, donde no dejó de buscar la notoriedad.
Biggs fue miembro de la banda que el 8 de agosto de 1963 sustrajo US$ 4 millones que estaban siendo transportados en un tren desde Glasgow hasta Londres.
En su momento fue el robo más grande en la historia de Reino Unido y considerado en la cultura popular como "el robo del siglo".
Después de varios operativos, días después la policía capturó a varios de los responsables del robo, entre ellos a Biggs, que se encontraban jugando monopolio con parte del botín en una granja.
Sin embargo, cuando cumplió 15 meses de condena, logró escapar de la cárcel. Durante un tiempo no se volvió a saber de él.
Hasta que en 1974 un informe periodístico lo ubicó en un lugar impensable: Brasil.
Ronnie Biggs y su esposa
Ronald Biggs con su novia brasileña Raimunda.
La última aparición pública de Biggs, un hombre cuyo rostro demacrado reflejaba los estragos de la enfermedad, se produjo el pasado marzo en el entierro de su antiguo colega Bruce Reynolds, quien fuera el verdadero cerebro de la operación. Bajo sus instrucciones, Biggs y el resto de sus compinches, parapetados en pasamontañas y cascos, detuvieron aquel convoy del ferrocarril y desengancharon la locomotora, apropiándose de 120 sacas repletas de 2,6 millones de libras de la época (el equivalente a 40 millones de libras, unos 48 millones de euros actuales).
Olvidándose un poco de que era un criminal en fuga, Ronnie Biggs siempre se sintió bien en su condición de celebridad en Río de Janeiro.
Era la vida de un famoso. Los policías que querían atraparlo siempre lo veían en fotos con su piel bronceada, acostado sobre la arena o bañándose en el mar.
Pero eso no era nada. Jack Mills era el operador de tren de esa mañana del 8 de agosto de 1963 y uno de los miembros de la banda lo golpeó fuerte en la cabeza para poder quedarse con el control de la locomotora.
Desde ese día, el operador nunca pudo volver a trabajar. Murió pocos años después.
Ronnie BiggsY la familia de Mills observaba las mismas fotografías y no podían comprender que Biggs se la pasara tan bien y sin remordimientos en el trópico.
Pero en Brasil había menos rencor y más curiosidad por el famoso ladrón inglés. El ladrón del "robo del siglo.
En 1994 fue fotografiado, sonriente y con una señal de victoria en sus manos, mientras lanzaba su biografía "Odd Man Out".
Entonces cuando ya era un hombre popular, supo capitalizar su controvertida fama saliendo en entrevistas en las portadas de los periódicos y los titulares de las noticias.
También, de alguna manera, se convirtió en una atracción turística.
Ronnie Biggs pasó 31 años de su vida en el exilio en Brasil. Regresó a Reino Unido en 2001.
Esa fama se expandió por la familia. Su hijo Michael se convertiría con los años en parte de un exitoso grupo de pop juvenil llamado "Balão Magico" (Balón mágico).
Para muchos la elección de Biggs fue una sorpresa para las autoridades que lo perseguían.
Sin embargo, el país más grande de Sudámerica estaba en 1970 bajo un régimen militar liderado en ese momento por Emílio Garrastazu Médici y tenía problemas más importantes que perseguir a un ladrón de trenes.
Anteriormente Brasil había sido escogido como un refugio para criminales como algunos de los oficiales nazis. El caso más conocido fue el de Josef Mengele, quien residió en el sur del país y también en Paraguay, aunque este de forma clandestina y con otra identidad.
En 1974 cuando estaba a punto de ser extraditado a Reino Unido, anunció que su novia brasileña estaba embarazada, escapando de las rejas una vez más.
Aunque ya había sido descubierto, no continuó la evasión, sino que comprendió que en Brasil podía vivir de ser un "fugitivo".
Entonces comenzó a cobrar por tomarse fotos o por almuerzos con el "famoso ladrón". De hecho llego a vender tazas para tomar café con su imagen.
El barrio carioca de Santa Teresa, una cuna de artistas y vida alternativa, era el perfecto fondo para un hombre que había sido la portada de un disco de los Sex Pistols.
La historia relata que cuando los Rolling Stones fueron a tocar a Río, lo buscaron para tomarse la foto correspondiente, aunque no hay registros del hecho.
Pero su novela no terminó cuando quedó en evidencia en 1974 por un diario británico. En 1980 vivió otro capítulo memorable.
Miembros del ejército viajaron de forma clandestina a Brasil para capturarlo y llevarlo hasta Barbados, donde podían extraditarlo.
Sin embargo, aunque pudieron capturarlo y llevarlo al Caribe, Biggs se valió de un vacío legal para escapar de nuevo a Brasil.
Cuando decidió regresar, en 2001, a Reino Unido, el escritor Mario Prata intentó reflejar la curiosa mezcla de visiones que atraía el fugitivo británico.
Ronnie Biggs fue puesto en libertad en 2009 por motivos de salud.
"Por un momento debemos admirar la astucia de Ronald Biggs. Todo lo que hizo en la vida –honesto y deshonesto- él lo hizo de forma maravillosa".
Y añadió que "Aunque fuera un criminal, él fue tratado en Brasil como un senador, sin juzgarlo y sin castigarlo".
Pero las autoridades británicas no pensaron lo mismo y apenas tocó suelo inglés fue a parar a un prisión.
Allí estuvo ocho años hasta que fue liberado en 2009 por cuestiones de salud.
Su última aparición fue en marzo de este año, durante el entierro de otro miembro de la banda del robo, Bruce Reynolds. Allí se le vio en una silla de ruedas y con dificultades para hablar.
Sin embargo, el cariño por Brasil nunca murió. Por eso, tal vez, sus familiares quieren esparcir sus cenizas una parte en Londres. Y otra parte en las playas de Río.

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