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martes, 17 de septiembre de 2013

Mundo, El colapso de Lehman Brothers, hace cinco años, marca el inicio de la crisis financiera que nos envuelve

Lehman Brothers 15 sept

El pasado 15 de septiembre se cumplieron cinco años del colapso de Lehman Brothers, el banco de inversión estadounidense que originó la crisis financiera con la intoxicación de las hipotecas basura.
Seguro que, todavía hoy, muchos recordaran las imágenes de los trabajadores de esa entidad abandonando las dependencias con cajas donde llevaban sus pertenencias.
El colapso de Lehman Brothers provocaba un efecto dominó en el sector financiero que finalmente llevó al Gobierno estadounidense a intervenir con unos masivos programas de rescate y que desencadenaría en la crisis más profunda y prolongada desde la Gran Depresión de los años 30.
Cinco años después, la banca está más concentrada, sigue entrañando riesgos y las regulaciones permanecen incompletas.
Aunque es historia, es importante reconocer que su brutal fin fue el detonante de la peor recesión global en más de 60 años, pero no fue la única causa.
Su bancarrota, con un pasivo de 613.000 millones de dólares (unos 460.000 millones de euros) y unos activos teóricamente valorados en 639.000 millones de dólares (pero cuyo valor de liquidación resultó ser mucho menor) se convirtió en la mayor de la historia. Diez veces mayor que la de Enron en 2001, seis veces superior a la de Worldcom en 2002.
"Lehman había resistido una guerra civil, la crisis bancaria del 1907, muy parecida a la actual y también sobrevivió al Crash del 1929, a escándalos en el trading de bonos a colapsos en hedge funds, pero no ha superado esta crisis", publicó pocos días después el blog financiero Investors Conundrum. Lehman Brothers no consiguió superar la crisis subprime de 2008. El banco tenía unos 25.000 trabajadores.
Un artículo de Robert Peston, para la BBC, decía, hace unos días: "Piense en Lehman como un ataque al corazón que aflige a un cuerpo -el sistema financiero- cuyas arterias estaban obstruidas y que cargaba cantidades peligrosas de grasa como resultado de una vida imprudente durante muchos años".
Protesta por crisis financieraSi hubiera sido simplemente un caso de un sólo banco tirando la casa por la ventana, no habrían sido necesarios los increíblemente costosos rescates financiados por los contribuyentes, de bancos e instituciones financieras en todo el mundo, desde RBS y Lloyds/HBOS en Reino Unidos, a UBS en Suiza y Bank of America, Citigroup y AIG en Estados Unidos, Bankia, Catalunya Banc o Cajasur en España; Hypo Real State, el Commerzbank o el BayernLB; el Roskilde Bank en Dinamarca, y así bancos en Irlanda, Grecia y otros países alrededor del mundo.
En su artículo, para la BBC, Peston se pregunta: "¿Qué se ha hecho en cinco años para evitar que los bancos vuelvan a tener como rehenes a economías enteras cuando se encuentran con dificultades?".
Un lustro después, la banca estadounidense está más concentrada en unos pocos colosos, puesto que los activos de las seis mayores entidades financieras de ese país son ahora un 28 % superiores a los niveles de 2007, pero se han dado pasos para reforzar su estabilidad.
Cinco años después ningún alto ejecutivo de cualquier banco de Wall Street, u otros países, ha enfrentado una acción criminal decorrente de la crisis.
Los ocho miembros del equipo de la Comisión de Valores Mobiliarios (SEC, por sus siglas en inglés) responsables del Lehman Brothers, tras dos años de discusiones llegaron a la conclusión de que procesar a los altos ejecutivos sería algo legalmente injustificable.
Mary L. Schapiro, la presidenta ejecutiva del SEC, discordó de la decisión, y llegó a comentar como las personas jamás entenderían que los responsables de la mayor crisis financiera, de la mayor quiebra en la historia de los Estados Unidos, escaparan sin ni siquiera un proceso civil.
El control sobre los bancos se ha incrementado considerablemente en los Estados Unidos, pero todavía no se han implementado muchas de las normas, que en 2010, se preveía que los bancos adoptasen para evitar nuevos cataclismos.
En julio de 2010, se adoptó la ley "Dodd-Frank", una ambiciosa legislación. Gracias a la misma, los mayores bancos de Estados Unidos han tenido que crear una suerte de "testamentos vivientes", unas hojas de ruta para ser liquidados en el caso de nuevas crisis. Además los bancos se someten a "pruebas de estrés" de forma más o menos regular.
Sin embargo, solamente un 40 % de las normas de la ley "Dodd-Frank" han sido implementadas, según estima la firma de abogados Davis-Polk, mientras que un 23% no han sido ni propuestas ni finalizadas, entre ellas la controvertida "Volcker Rule".
"Esa norma, bautizada en honor al que fuera presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, busca prohibir a los bancos hacer inversiones especulativas en beneficio propio y no en el de sus clientes, lo que se ha encontrado con la oposición frontal de los pesos pesados de Wall Street.
En mayo del año pasado se reabría el debate sobre la necesidad de poner finalmente en marcha esa normativa después de que se descubriera que JPMorgan Chase incurrió en unas pérdidas de más de 6.000 millones de dólares debido a unas arriesgadas operaciones en derivados en su oficina de Londres", según refleja un especial sobre este lustro emitido por la cadena Canal Sur.
Ha habido mucha reforma y rehabilitación, aunque está muy lejos de ser suficiente. Lo primero que se nota es que lo que ha impulsado las reformas es el deseo de desinfectar el sistema existente, separando, por ejemplo, los activos buenos de los tóxicos, no el de imponer un cambio estructural fundamental en él.
Bancos individuales vendieron bienes deficitarios o periféricos, se libraron de algunos de los activos más tóxicos y adoptaron un enfoque más prudente respecto a los préstamos (y en el proceso de reparación, contuvieron el suministro de nuevos créditos, frenando así la recuperación de muchas economías).
Un problema que continúa vigente es que todavía existen bancos tan grandes que una quiebra dificultaría su rescate sin un coste enorme para los ahorradores y para las arcas públicas.
Los Gobiernos de los países miembros de la UE debieron utilizar 1,6 billones de euros entre 2008 y 2010 para rescatar a sus bancos, lo que equivale a algo más del 13% del PIB de la Unión Europea, según informaba en febrero del año pasado la Comisión Europea.
Aquel día, el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, señaló en una intervención en el Centro para Estudios Políticos Europeos (CEPS, en inglés) que tres cuartas partes de esta ayuda, 1,2 billones de euros, fueron empleadas para facilitar garantías y medidas de liquidez, y los restantes 400 mil millones se usaron para inyectar capital público y solucionar el problema de los activos tóxicos.
"¿Podemos estar completamente seguros de que no habrá otro colapso financiero en al menos otros 60 o 70 años y de que los costes de la próxima crisis serán menos catastróficos?", se pregunta Peston en su reportaje para la BBC.
Eso no es evidente.
"Seguimos viviendo en un mundo peligroso en primer lugar por el impacto potencial de los pinchazos a dos grandes burbujas de cosecha reciente: la de los bonos del gobierno (por la flexibilización cuantitativa) y la de la deuda y propiedad en China. Además están los riesgos que representa el sistema bancario de la zona del euro, que sigue siendo frágil, y al que todos los bancos están conectados", responde el mismo.
Y el mayor interrogante, cinco años después, y cuando la economía no se ha recuperado de la debacle provocada por la quiebra de Lehman Brothers, ¿Qué sucedería si un no lejano día en el tiempo, otro caso "Lehman Brothers" viniera a abalar la economía mundial? ¿Tendría el sistema respuesta?, y ¿A qué coste para sus ciudadanos?.
La otra zona en donde ha habido saneamiento, pero no reconstrucción, es en la de los salarios y las recompensas.
Sin entrar en detalles, aún es posible para los banqueros ganar sumas magníficas trabajando para instituciones que todavía dependen de garantías del Estado, es decir, de los contribuyentes, lo que para algunos es inadecuado, independientemente de su desempeño profesional. Mientras otros, antes de la crisis, ya se preocuparon de asegurarse pensiones o bonificaciones millonarias, aunque su gestión hubiese llevado a las entidades a la bancarota, aprobadas por ellos mismos. Valores que al final también pagamos los ciudadanos.


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